Tuesday, March 16, 2010

LOS MEDIOS

Definitivamente, haberse enfrentado con decisión meridiana al régimen y en dónde al régimen le hubiera dolido, era una tarea imposible de realizar desde los medios de comunicación en Venezuela, así se nos haya presentado el espejismo que en nuestro país había una amplia libertad de expresión.

En febrero de 2004 fui invitado, gracias a la presión ejercida por muchísimos de mis lectores cibernautas, al programa “Grado 33” que transmitía Globovisión, de lunes a viernes, en horario estelar nocturno.

Lo primero que me advirtió el productor de tan prestigioso programa, Luis A. Murtfeldt, fue que no podía mencionar, entre otras, las siguientes palabras: Castro, Chávez, Venezuela, Cuba… y muchísimo menos “Guarimba”. ¿De qué iba a hablar, entonces? Ahí se me ocurrió una idea, la cual fue aceptada por Murtfeldt: hablar de cómo cayó el muro de Berlín para que el televidente sacara sus propias conclusiones. Hacía unos días, había enviado a mi red un artículo titulado “La Guarimba de Berlín”, donde explicaba cómo los berlineses, sin liderazgo alguno… más allá del liderazgo colectivo, se lanzaron a las calles, se dirigieron al ignominioso Muro de Berlín y comenzaron a destruirlo físicamente, bajo la mirada atónita de los soldados del entonces Berlín Oriental.

Venezuela se encontraba convulsionada por aquellos días. “El Grupo de los 15”, sin la mayoría de los jefes de estado, se encontraba en el país donde se suponía se llevaría a cabo una cumbre. Chávez amenazaba con sacar del juego político a aquel tareco que llamaban “Referéndum Revocatorio” y el pueblo estaba alborotado, pues había puesto todas sus esperanzas en lo que llamé en mis escritos, “El Carrusel de Ilusiones”. Se estaban dando las condiciones objetivas necesarias para sublevar al pueblo, ya sea de una manera dirigida o de manera espontánea.

Muchos de mis lectores comenzaron a presionarme para que fuese yo quien convocara a “La Guarimba”, la cual veníamos promoviendo con mucho énfasis durante varios años y en especial durante aquellos días de mucha alteración cívica.

Como los medios de comunicación social en Venezuela – salvo contadas excepciones y en pueblos remotos del país a los cuales acudía los fines de semanas para participar en conferencias y en asambleas de vecinos – no me daban entrada, entre otras razones, debido a mi radicalismo, me era sumamente difícil hacer un llamado claro a la sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida. Además, si bien contaba con una importante y nutrida base de datos de miles de buzones electrónicos, mis lectores abarcaban una parte ínfima del país en oposición. Todavía no conocíamos el alcance y el poder mediático e informático de la Internet.

En la noche del 23 de febrero de 2004, me fui a la cama tremendamente deprimido. El país estaba a punto de caramelo para ser sublevado, sin embargo, no había maneras de hacerlo por la vía de los medios masivos de comunicación social. No pude dormir.

Por la madrugada, a golpe de 4 de la mañana, se me ocurrió una idea que terminó siendo genial: lanzar un email a todos mis lectores pidiéndoles que escribieran a Globovisión para presionar a ese canal de televisión y lograr que me diera un espacio desde el cual hacer el llamado a las calles, al estilo de “La Guarimba”, es decir: bloqueando las calles frente a nuestras respectivas viviendas, sin confrontar y sin desplazarnos más allá del frente de nuestras casas… de una manera sostenida, hasta que el régimen se desplomara.

La campaña funcionó, ya que muchos de mis lectores le escribieron al canal y éste me contacto de inmediato, a las once de la mañana del día siguiente. Contrariamente a mi creencia, mi entrevista no fue en vivo. Se me pidió que estuviera el 25 de febrero (de 2004), a primera hora, para grabar mi participación. Tal cosa me aguó el guarapo, porque pensaba que el programa sería “en vivo”, pero decidí aceptar la oferta porque ya había informado en mi red que Globovisión había cuadrado la caja conmigo.
Aquella participación la pueden ver si visitan la siguiente página en la Internet: http://www.mrr.name/VIDEO9.htm (Los comentarios por vía de generador de caracteres fueron incluidos por mí años después).

Salí de Globovisión seguro de que mi mensaje no sería transmitido, así no hubiera mencionado los vocablos prohibidos. Para mi sorpresa, a las 6 de la tarde de ese mismo día, faltando dos horas para la transmisión del programa, me avisaron de Globovisión que la misma saldría al aire sin tijeretazos.

Cuando me vi en el aire, me entró una profunda depresión. Sentí que había traicionado a mis lectores y seguidores cibernautas, porque no había mencionado “La Guarimba” ni había llamado al pueblo a las calles. Sin embargo, toqué la flauta por casualidad, pues la inmensa mayoría de aquellos que recibían mis escritos cibernéticos, entendió mi mensaje como una jugada maestra. ¡Estaba llamando al pueblo a la sublevación sin mencionarlo!

Dos días después, el 27 de febrero de 2004, reventaba “La Guarimba” en todo el territorio nacional: en todo el territorio nacional, no en el este de Caracas, como después quiso hacer ver el régimen, ya que hasta en el pequeño y alejado pueblo de Capacho, en el Estado Táchira, frontera con Colombia, se guarimbeó de lo lindo.

A través de mis escritos me enemisté con no pocos comunicadores sociales de altura, Marta Colomina entre ellos… así como Patricia Poleo, con quien más tarde compartiría mi exilio en la ciudad de Miami.

Marta Colomina era una de las más importantes e informadas analistas de la política nacional… una persona que sabía, de sobra, cómo era que se batía el cobre en Venezuela.

En el año 2003 le escribí mi primera carta pública cuando se le ocurrió asegurar que Chávez estaba más blando que un mango maduro y que en cualquier momento se caía, cuando ella sabía que era todo lo contrario: en el 2003 Chávez estaba más duro que sancocho de pato viejo.

Al decir esto, no solamente estaba falseando la realidad: estaba divulgando algo que ella sabía – o debió haber sabido - no era cierto. ¿Cómo podía estar Chávez guindando de un gajo, cual mango maduro, si tenía todos los controles del país nacional en sus manos? El optimismo infundado es tan pernicioso como el pesimismo. Lo correcto, pensaba, se encuentra dentro del realismo.

Tanto la Lic. Colomina, como el resto de los comunicadores sociales de profesión, quienes viven de la comunicación o del periodismo en el ramo de la política, tienen como prioridad el mantener su vigencia como analistas políticos. Para mantener esa vigencia hay, por encima de todo, que mantener el puesto de trabajo en el medio de comunicación donde se desempeñen profesionalmente. Hay muchas normas que no se pueden violar, si uno desea vivir del periodismo en un país con un régimen como el que impera en Venezuela. Hay que saber hasta dónde se puede estirar la liga… visualizar con claridad meridiana eso que mientan la raya amarilla. Hay que convertirse en el mapurite (el zorrillo) que sabe a quién pear (a quién echarle el chorro de líquido fétido). Es ahí cuando entra en el juego la funesta auto-censura.

A Patricia Poleo, por ejemplo, le critiqué abiertamente el haber publicado, con insistencia, aquel cuento chino de los “Comacates”, una supuesta organización castrense, dentro de las filas militares del régimen, compuesta – según la Poleo – por los comandantes, mayores, capitanes y tenientes de la oficialidad militar venezolana, quienes – según ella – se habían pasado para el bando contrario a Chávez.

Patricia debió haber sabido que la estaban montando en la olla y si no lo supo entonces, debió haberse asesorado con quienes conocían la realidad-real de nuestro estamento militar. ¿Por qué se prestó Poleo para engañar tan descaradamente a los venezolanos? No lo sabemos, habría que preguntárselo, algún día, a ella… si es que no perdemos la memoria. Unos aseguran que fue para vender periódicos y otros, porque se estaba prestando para anestesiar a ese pueblo opositor que puso toda su confianza, en un momento dado, en nuestros militares, como los de la Plaza Altamira, por ejemplo. Yo pienso que la manipularon, porque Patricia no tiene, o tenía entonces, la suficiente madurez periodística ni política… ni tenía, entonces, la suficiente vivencia o experiencia, como para saber que la estaban ensartando vil y mansamente. Digo yo.

Esos neófitos ayudaron a perder a Venezuela, porque en su momento fueron acreedores de una impresionante, infundada y absurda credibilidad. En su momento, lo que escribiera Patricia Poleo era “Santa Palabra”, casi: “¡Palabra de Dios!” Después comenzamos a darnos culatazos y fuertes tropezones contra las paredes, producto de tanto mareo. La Pati se llegó a creer que era para los famosos Comacates, lo que Hebert Matthews fue para Fidel Castro.

Cuando ya era evidente que aquello de los Comacates era una burda burla, Patricia aseguró que publicaría los nombres y apellidos de aquellos supuestos oficiales que le habían hecho llegar las famosas cartas amenazadoras de aquellos soldados fantasmas… pero jamás lo hizo. Aún así, luego de habernos dado cuenta de aquella farsa, malintencionada o no, Patricia siguió siendo una líder de la oposición venezolana… por un tiempito, al menos. Ya en su exilio comenzó a dar más brincos que un saltaperico. Un día estaba con la opción electoral, otro día con el abstencionismo… un día con Rosales y otro acusándolo de traidor para luego respaldarlo cuando fue “acusado” en la Asamblea Nacional por un tal Mario Isea, cuya participación en el libreto era la de acusar (a Manuel Rosales), para subirle las acciones de líder opositor… etc.

Muy pronto, desde Miami, brincó la talanquera para el bando de “Podemos”, ese grupo de sanguijuelas que se “separó” del régimen con la excusa de darle apoyo a RCTV, cuando unas horas antes, uno de sus dirigentes, Juan José Molina, estaba declarando a favor de la unificación de todas las policías, estadales y municipales, en la mano férrea de Chávez, alegando que en materia de seguridad, la descentralización no había dado resultados en Venezuela. Además, Ismael García, el máximo líder de ese lote de sátrapas, había sido el responsable de la trampa que el régimen hizo en el Referéndum Revocatorio, cuando estaba de jefe del “Comando Ayacucho”, una banda de forajidos creada para defender los intereses de Chávez frente a la oposición que pedía a gritos el revocatorio de su mandato como presidente constitucional de la república.

Lo mínimo que debió haber hecho Patricia, para que no la embarraran como fue embarrada por los supuestos “comacates”, fue haberle pedido a Ismael García que echara el cuento de cómo fue que se trampeó el tristemente célebre Referéndum Revocatorio de agosto de 2004. Claro, si nos narrara el cuento completo, Chávez tendría que ser declarado, “oficialmente”, un presidente ilegítimo: un usurpador del poder en Venezuela.

Cuando los implicados en la autoría intelectual por el homicidio del Fiscal Danilo Anderson fueron liberados y sus casos cerrados, Patricia Poleo optó por quedarse en el exilio, a pesar de que en una reunión que se llevó a cabo en la ciudad del Doral (dentro del área de Miami, en Estados Unidos), había dicho que ella no pretendía buscar su asilo político y que se regresaría a Venezuela a seguir luchando. ¿Qué daño le había hecho la Poleo al régimen? ¡Ninguno! Todo lo contrario, con la novela que montó sobre los Comacates y demás “tubazos”, lo único que hizo fue incrementar la depresión colectiva y marear al pueblo verdaderamente-opositor de Venezuela. Chávez se nutrió, directa o indirectamente, de estos comunicadores para guaralear y marear al pueblo más allá de lo imaginable. Por eso, en parte, perdimos a Venezuela.

En un momento dado, la prensa comenzó a correr la bola que a Chávez, los militares, le había prohibido seguir presentándose con el uniforme militar del Ejército de Venezuela. Gran parte del país pensó que Chávez estaba bajo presión militar y, una vez más, crecieron las esperanzas infundadas. Al pasar el tiempo, Chávez se hizo diseñar un uniforme especialmente para él, como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Venezuela. Últimamente se le ve mucho en ese glamoroso uniforme, con unos galones inventados por él, jamás utilizados en los uniformes militares venezolanos.

Para el lector, televidente o radioescucha común, la auto-censura podría pasar por debajo de la mesa. En la mayoría de los casos esa práctica ha pasado desapercibida. Mientras tanto, el ciudadano de a pie continuaba percibiendo una Venezuela irreal, falsa… idealizada o maquillada por esos comunicadores que sabían, perfectamente bien, que la verdad estaba siendo mancillada y castrada, a costa de mantener esa vigencia profesional, la cual, entre otras cosas, le permitía al periodista de oposición llevar el plato a la mesa a sus respectivos hogares.

La auto-censura no solamente se ejercía dentro del territorio nacional. Fuera de Venezuela existía (y existe), también, una marcada, clara, cobarde e infausta auto-censura en los medios de comunicación y entre los comunicadores sociales que vivían (y viven) de la industria de la comunicación fuera del país.

A finales del pasado año, 2008, uno de los más fervientes detractores del régimen de Venezuela, Orlando Urdaneta, reapareció en los medios de comunicación de Miami con un programa radial llamado “Merendando con Orlando”. El programa se comenzó a transmitir desde la estación Unión Radio de Miami. Tuve la desgracia de escuchar la primera entrega del espacio que moderaba mi amigo y compañero de causa, Orlando Urdaneta.

Ese primer programa Orlando lo comenzó con un triste y bochornoso acto de mea culpa, rogando la disculpa y el perdón de todos aquellos personajes públicos a quienes atacó en sus innumerables presentaciones públicas y en sus prestigiosos, patrióticos, valientes y concurridos programas de televisión, dentro de Venezuela… en especial en aquel espacio que todas las noches (de lunes a viernes) transmitía el canal noticioso Globovisión. Como el principal personaje atacado por Urdaneta era el sátrapa, supuse que le estaba pidiendo disculpas públicas a Hugo Chávez Frías. El mea culpa de mi amigo Orlando me sumió en una gran tristeza, pues estaba viendo cómo se derrumbaba la imagen de uno de los más grandes y valientes opositores del régimen de Chávez, quien estaba en el exilio de Miami acusado en mi misma causa, la causa de los “paracachitos”. Un venezolano que decía la verdad y, que por decirla, tuvo que salir al exilio con su familia.

Lógicamente que los comunicadores sociales son seres humanos que comen y tienen familias a quienes mantener. Era evidente que a Orlando se le puso como condición, para poder producir en función propia y de su familia, el apartarse de su lucha patriótica, ya no política, porque Orlando nunca fue político. En consecuencia, sus programas radiales, en Unión Radio de Miami, estaban cargados de gracias y chistes, de eventos sin transcendencia, como el reporte de las efemérides del día, comentarios sobre eventos culturales que se llevarían a cabo en la ciudad de Miami, cuentos sobre las costumbres venezolanas, anécdotas ligeras de su vida como figura pública del país y cosas por el estilo. Nada que ofendiese al régimen, porque Unión Radio tiene el grueso de sus inversiones, por ahora, en Venezuela.

Creo que Orlando no llegó al mes con su programa light. Un buen día no lo escuché más. Esta triste historia de uno de los venezolanos más dignos y valientes de la era castro-estalinista de Venezuela, me temo, se repetirá en el tiempo con otras figuras no menos importantes, algo que los cubanos en Miami están ya acostumbrados a ver y que no levanta el más mínimo asombro.

Aquellos periodistas o comunicadores sociales que se le han enfrentado a Chávez y que no tomaron la decisión de coger mínimo, fueron sacados de raíz del juego y tuvieron que salir del país, como es el caso de Roger Vivas.

Otros, dentro de Venezuela, le bajaron el volumen a su lucha por la recuperación de la patria, pero el grueso de esos comunicadores ha seguido como aquel cuento del mapurite (del zorrillo) mencionado arriba, que sabe hasta dónde pear, es decir, dónde está ubicada esa raya amarilla.

No todo lo que se decía en contra del régimen, lo afectaba. Muchos de esos ataques, lo ayudaron a atornillarse – eternamente – en el poder. Por ejemplo, oponérsele férreamente a Chávez, en tiempos electorales, era parte del juego macabro, apátrida y traidor que desde la oposición se llevaba a cabo para darle legitimidad a los comicios organizados e inventados por la tiranía. Mientras tanto, los venezolanos opositores veían en esos comunicadores, actos de gran valentía, porque le estaban ladrando al régimen desde el patio. Pero jamás escuchamos una sola palabra sobre cómo debíamos sublevarnos de una manera activa, generalizada y sostenida. Jamás los escuchamos mencionar la opción de “La Guarimba”… ni cómo debíamos DEFENDER el voto, luego de un evidente fraude. Hablaban en términos genéricos y abstractos: “Hay que ir a votar y luego, hay que defender el voto…” Nunca nos dijeron cómo es que había que defenderlo o como habría que “cobrar” y, al momento en que debimos haberlo hecho – de una manera intuitiva – no nos llamaron a la defensa, pues – al contrario – salían todos en contubernio con el régimen, a aceptar la derrota, como sucedió en la noche misma del 15 de febrero de 2009, cuando Manuel Rosales salió a reconocer, una vez más, la derrota de la oposición, en compañía de otros genuflexos (como los líderes de “Podemos”, con Ismael García, el amigo de La Poleo, a la cabeza) y unos cuantos importantes líderes de los estudiantes venezolanos.

Organizar, desde la tribuna de un comunicador social, al pueblo opositor para que vote en contra de los intereses del régimen, en las elecciones organizadas, supervisadas y trampeadas por Chávez, NO ERA hacer oposición, era hacerle el juego – repito – al oficialismo, aunque la inmensa mayoría de los ciudadanos opositores pensara que se estaba haciendo patria… y muy valientemente, además.

Hugo Chávez necesitaba de esa oposición y de esa libertad de prensa y de expresión (con limitaciones muy puntuales) para mostrar su careta de demócrata, en la cual nadie creía ya, en especial: fuera de Venezuela. Era una estrategia para aquellos que así lo requirieran, de poderse engañar y justificar el contubernio, dentro de la más pura y asquerosa complicidad, con un régimen usurpador, opresor, violador de todos los derechos humanos… y paremos de contar. Ese auto engaño ha sido empleado por el gobierno norteamericano, por ejemplo, para poder mantener unas relaciones sanas con Chávez, pues me consta que si hay algún gobierno en el planeta Tierra que sabe perfectamente bien cómo se toca el joropo en Venezuela, es el gobierno de Estados Unidos de América. Solamente tenemos que referirnos a los anuales reportes que de Venezuela y de su régimen publica el Departamento de Estado. De hecho, no fui extraditado a Venezuela gracias a la “Convención Contra La Tortura” y a la sentencia de un juez federal norteamericano de Inmigración, quien consideró que nadie podía ser extraditado a nuestro país, debido a que el régimen imperante en él emplea la tortura olímpica y cotidianamente.

Para ayudar al régimen en su papel de demócrata, era necesaria la colaboración activa y participativa de los comunicadores sociales de la oposición.

Chávez contó siempre (desde que era candidato a la presidencia por primera vez) con un ejército de periodistas abiertamente opositores y otros que son imparciales, tirando a oposición. Aquellos que un día comentaban favorablemente algunos de los logros del régimen y al pasar la páginas lanzaban críticas muy desfavorables. Esos, todavía, eran más peligrosos, porque se revestían de una falsa imparcialidad, cuando estaban a sueldo del régimen, o – en el mejor o peor de los casos – el régimen les permitía seguir publicando sus artículos. El día en que se ponían muy melosos con Chávez eran llamados a capítulo por el mismo régimen, para que mantuvieran una posición dura o semi-dura (no tan blandengue) en contra del oficialismo.

Quince días antes de las elecciones presidenciales entre Manuel Rosales y Hugo Chávez, recibí un dato de uno de esos periodistas que el régimen consideraba su ficha, pero que estaba cumpliendo una función de infiltración a favor de la causa libertaria. Me comentaba mi fuente cómo se les pidió a todos esos sátrapas que arreciaran sus críticas en contra del candidato oficialista, Hugo Chávez, en apoyo abierto a Manuel Rosales, pero que, llegado el momento, tras el fraude y la traición programados, se dieran a la tarea de asegurar que Chávez había ganado en buena lid.

Aquí en Miami había (y hay) una señora que se hacía (y se hace) pasar por periodista, a quien, muy pronto, bauticé con el remoquete de “La Mata Hari”. Una mujer que explotaba la más exquisita sifrinería, metiendo el cuento de que era políglota y muy culta. Había engañado a quienes había podido, claro está. Tras disparates y disparates, compartía su espacio con un cubano muy corrido en el periodismo, quien ha tenido que hacer de tripas corazón para poderse mantener a su lado y así poder cobrar los quince y los últimos, a pesar de que hacía el papel de un jarrón chino y solamente hablaba cuando “La Mata Hari” así lo consideraba o cuando ésta se tomaba unos diítas de descanso, para viajar a Venezuela sin mayores tormentos.

Esta señora fue una de las organizadoras de un viaje a la OEA en Washington, donde fuimos a pasar frío y a hacer el ridículo, aunque ella hizo turismo y aprovechó para tirar físico y comer sabroso en la capital de Estados Unidos de América.

En ese viaje, donde se suponía que la OEA nos recibiría una carta en la cual las diversas comunidades de latinoamericanos estaban pidiéndole a Hugo Chávez que no siguiera interviniendo en los asuntos de nuestros países, la “Mata Hari” se lanzó un discurso solicitándole al C.N.E. de Venezuela que nos dieran las condiciones mínimas para poder concluir quién ganaría las elecciones presidenciales venezolanas en buena lid. Esa parte del discurso, grabado por mí en mi cámara de video, la publiqué en la Internet como evidencia inequívoca de su posterior traición.

Bien. La noche en la que Rosales nos traicionó, la “Mata Hari” me llamó por teléfono para que me dirigiera a una estación virtual de radio llamada “Radionexx”, que operaba desde Doral, en las inmediaciones de la ciudad de Miami, la cual luego se pasó a la “conchupancia ad-honorem”. Para allá me fui y cuando me vio se me abrazó llorando y diciéndome: “Robert, tú eras el único que tenía razón… Rosales nos ha traicionado.”

La “Mata Hari” tenía entonces un programa radial en la estación “La Poderosa”, en el horario estelar del mediodía y junto a quien le sirvió para proyectarse en otras direcciones más importantes. En la noche de la traición de Rosales me había invitado para que participara en su programa del día siguiente, invitación que acepté, por supuesto.

Cuál habrá sido mi sorpresa cuando escucho a la “Mata Hari” decir al aire y ante los micrófonos de “La Poderosa”, que – en honor a la “objetividad” había que reconocer que Chávez le había ganado a Rosales en buena lid. ¿En buena lid? El compañero de la “Mata Hari”, al ver mi cara, se levantó de su silla, vino hacia mí y me susurró al oído que no le respondiera, porque no quería un escándalo público al aire. Me pidió que no hablara y me prometió darme toda la hora en su programa de la tarde, en la misma estación… promesa que cumplió.

La “Mata Hari” era muy “objetiva” a la hora de aceptar la “victoria” de Chávez, pero no muy “objetiva” al hacerse la loca en eso de explicarle al pueblo que el Registro Electoral Permanente (el REP), es decir: el padrón electoral venezolano, estaba inflado en varios millones de electores “virtuales”, chimbos… inexistentes. Para unas cosas era “objetiva”, pero para otras: no. En honor a la verdad, dudo mucho que la “Mata Hari” sepa el justo significado de objetividad, como muchos de estos “comunicadores empíricos”, confunden objetividad con imparcialidad, que no es lo mismo ni se escribe igual.

Unos días antes de las elecciones regionales del 23 de noviembre (de 2008), la llamé al aire y le pregunté – en el aire – si ella creía que estaban dadas las condiciones para que los venezolanos pudieran acudir a las urnas en buena lid. Su respuesta, por supuesto, fue positiva. “Sí están dadas las condiciones para que los venezolanos puedan votar en buena lid…”, me respondió – tajantemente – la “Mata Hari”. Me pregunto si su compañero de programa, un periodista cubano que tuvo que salir de niño para el exilio en Estados Unidos, se jugaría a Cuba en unas elecciones futuras, donde las condiciones fuesen similares a las que siempre han existido en la Venezuela de Chávez.

¿Qué había cambiado en el C.N.E. para que se nos asegurara que ya podíamos ir a votar en unas elecciones claras y transparentes? Habría que preguntárselo a la “Mata Hari”, por supuesto. Todo lo contrario, con cada elección se incrementaban las irregularidades. Sin embargo, estos comunicadores tapiñados, que se hacían pasar por opositores, tenían la misión de legitimar el triunfo del régimen, por medio de la excusa que más a ellos les gustara: abstención, desorganización, presiones emanadas desde arriba, falta de unidad de la oposición, engaño al pueblo más miserable, etc. Todo menos que hubo trampa. Se pudo haber admitido cierta manipulación y cierto ventajismo por parte del régimen, pero jamás que hubo trampa, cuando ésta era más que evidente.

Al mismo tiempo, los medios de comunicación se dieron a la tarea de comparar a Cuba con Venezuela, pero en planos distintos. Por ejemplo, aseguraban que los venezolanos tenían alma democrática, pues llevaban 40 años naciendo y siendo criados en democracia, mientras que los cubanos no sabían qué era eso, razón por la cual no supieron cómo derrocar a Castro por la vía democrática, pacífica, etc. Una inmensa falsedad diseñada para mantener a los venezolanos opositores en un estado vegetativo… o de anestesia general.

Veamos la realidad. Desde el año de 1902, cuando se constituyó la República de Cuba y fue nombrado Don Tomás Estrada Palma como el primer presidente de la recién fundada república, hasta el final de 1958, cuando Castro tomó el poder en Cuba, los cubanos vivieron 42 años de democracia, considerando al segundo término de la presidencia del General Gerardo Machado y Morales como el primer período dictatorial en la isla (1929-1933) y los seis años de dictadura del General Fulgencio Batista y Zaldívar (1952-1958).

Si vamos a considerar al gobierno del General Isaías Medina Angarita como el comienzo de la era democrática en Venezuela (1941) y sacamos el cómputo hasta que Hugo Chávez llegó al poder, los venezolanos disfrutaron de 44 años de democracia, dos más que los cubanos… sin comparar, por supuesto, la calidad de esa democracia experimentada en un país y el otro.

Desde el primer día en que el General Batista dio el golpe de estado el 10 de marzo de 1952, comenzaron sectores importantes del pueblo cubano a rebelarse, siendo el movimiento dirigido por Fidel Castro uno de los tantos que se alzaron en contra de la dictadura de Batista. Incluso, el pueblo cubano cayó en la trampa electorera de Batista y acudió masivamente a unas elecciones chimbas montadas por el dictador en 1958, faltando meses para que cayera ese régimen. Los cubanos intentaron tumbar a Batista desde las urnas, y eso que se estaba desarrollando una virtual guerra civil en la isla y el país estaba total y absolutamente convulsionado.

Desde el mismo día en que Castro llegó al poder en Cuba, comenzó la llamada “contra-revolución”. Contrariamente a la estrategia de lucha que con todo el fracaso del mundo se escogió para enfrentar el desastre de Chávez en Venezuela, los cubanos – quienes también fracasaron en todos los intentos – escogieron la confrontación directa y violenta, donde el costo se computó en sangre derramada, vidas perdidas, centenares de miles de presos políticos y millones de cubanos al exilio. Sin embargo, muchísimos comunicadores en Venezuela, participaron en la orquesta que tocó una música engañosa, en la cual los venezolanos – ignorantes del proceso cubano – escuchaban falsedades en torno a cómo el pueblo cubano jamás luchó por su patria, razón por la cual – según aquellos cuentos diseñados para engatusar a los venezolanos y hacerles creer que estaban en el camino correcto de lucha – Castro permaneció en el poder eternamente.

Un periodista que debe de estarle agradecido a la providencia por haber estado en el lugar correcto en la época correcta del chavismo en Venezuela es, sin duda alguna, el Ciudadano Leopoldo Castillo, quien ha sabido aprovechar, en términos de pesos y centavos, la gran desgracia del pueblo venezolano, entreteniendo a sus televidentes desde un programa diario que se cuida mucho de no pasarse de la raya amarilla, dando la impresión, para el ojo no-entrenado, que se trata del primer programa opositor al régimen de Chávez. Un espacio donde muchos de nosotros, los radicales, estábamos vetados. Una producción en donde se jurungaba hasta la saciedad la cadena, pero JAMÁS se metía con el mono… mapurites que sabían muy bien a quién y cómo pear.

El 16 de diciembre del año 2002, El Ciudadano estaba levantándoles la moral a los valientes venezolanos que habían logrado concluir – sin mayores tropiezos – una marcha. Una marcha similar a las muchísimas que se llevaron a cabo en Cuba, al principio de la revolución castro-estalinista, cuando ya el pueblo cubano comenzaba a virársele a Castro.

En un momento de euforia, al Ciudadano se le ocurrió reproducir al aire un comentario que, según él, le había hecho un amigo cubano residenciado en Venezuela, quien le aseguró que si en Cuba hubiera habido venezolanos, en vez de cubanos, Castro no hubiera durado un año en el poder. El Ciudadano había traído a colación el supuesto comentario de su supuesto amigo cubano, porque estaba eufórico con las proezas de los marchantes venezolanos.

Esa misma noche me senté delante de mi computadora y le escribí una carta al periodista Leopoldo Castillo, El Ciudadano, que le dio la vuelta al mundo y produjo miles de reacciones manifestadas a través del correo electrónico de la Internet; una epístola que seis años después no había perdido su vigencia, pues a pesar de que Chávez no había fusilado a un solo venezolano, ni había atiborrado las cárceles de prisioneros políticos, ni había cerrado las fronteras del país, ni había desmontado los medios de comunicación, etc; ya había cumplido 10 años en el poder y todo indicaba que terminaría gobernando al país desde un geriátrico… y, luego, desde la morgue:

El Hatillo, 16 de diciembre de 2002
Ciudadano Leopoldo Castillo
Conductor del programa “Aló Ciudadano”
Globovisión, Caracas

Ciudadano Castillo:

Entre las múltiples desgracias de salir como un paria hacia el exilio, está la de tener que oír imprecisiones alegres y generalizadas sobre lo que supuestamente fue la Cuba de ayer y los cubanos de siempre. En ese sentido y desde muy niño, ya fuera de mi patria, he tenido que soportar la atroz infamia que aseguraba – entonces – que todas las cubanas eran prostitutas y Cuba, el prostíbulo del Caribe. Cuba se forjó una tal-vez-merecida fama por sus prostitutas y casas de prostitución. Existía en tiempos de Batista un funesto turismo sexual que atraía a los putañeros extranjeros a una isla que además de muchos atributos naturales, culturales, históricos y artísticos, ofrecía toda una gama de mujeres de vida alegre de las más variadas categorías, tal y como siempre se ha encontrado en las grandes capitales del mundo, porque La Habana – además – era hace 43 años, una de las grandes capitales del mundo.

Cuando el éxodo masivo cubano se hizo sentir por el globo terráqueo, nuestros padres y madres fueron mostrándole al mundo que había muchísimo más en el cubano que la etiqueta de la prostitución. Demostramos ser un pueblo productivo, honesto y tremendamente trabajador. Ayudamos a construir grandes empresas y a generar riquezas y fuentes de trabajo en aquellas naciones que nos abrieron sus corazones y nos brindaron hospitalidad, como fue el caso de Venezuela, donde nacerían mis cuatro hijos de un vientre, por cierto, cubano.

Criamos a nuestros hijos enseñándoles el amor por Venezuela pero cuidando siempre que se sintieran orgullosos de ser cubanos de sangre. Así se aprendieron – al mismo tiempo – el “Gloria Al Bravo Pueblo” y el “Himno de Bayamo”, cargados de sentimientos heroicos ambos, donde se enseña que la virtud y el honor de una nación son valores tan importantes como el de morir por la patria para alcanzar la vida eterna y heroica en la mente y en el corazón de los pueblos.

Tras la pesadilla que hoy le ha tocado vivir a Venezuela, y a todos aquellos cubano-venezolanos que como mi familia hicimos patria en esta bondadosa nación, se ha fomentado un nuevo calificativo despectivo, infame y carente de toda verdad, cual es la de que los cubanos fuimos unos cobardes que abandonamos la patria en manos del castro-comunismo sin haber hecho el patriótico esfuerzo de luchar por ella.

Lo peor de todo es que en oportunidades he oído tal aberrada afirmación de boca de quienes se dicen cubanos exiliados y – para mi profundo dolor – hoy, en su programa, dijo usted haber oído que la razón por la cual Castro logró apoderarse de Cuba es porque en nuestra patria no había venezolanos, queriendo con esto asegurar que hubiesen sido los valientes venezolanos quienes les hubieran salvado la patria a los cobardes cubanos.

Viniendo de un comunicador social como usted – supuestamente amigo del exilio cubano en Venezuela –, esto fue un puñal de acero que le ha clavado en los corazones a miles de mis compatriotas cubanos, en especial cuando fue dicho en horario estelar y en la versión especial de su prestigioso programa – “Aló Ciudadano” – el cual usted con tanto atino dirige y que se ha adueñado de la inmensa sintonía del televidente venezolano.

Las razones por las cuales Castro se adueñó de Cuba son muy extensas y variadas como para plasmarlas en esta carta ya de por sí larga, pero para sintetizar, le puedo decir que son muy similares a las razones por las cuales Chávez está en franco proceso de adueñarse de Venezuela, pero con un agravante que afortunadamente los venezolanos no tendrán en su contra: Castro se hizo apadrinar por la Unión Soviética.

Así como en el caso de Venezuela, que hoy nos ocupa, hay una inmensa dosis de culpabilidad tanto en los cubanos como en los venezolanos, por haber abonado el terreno de nuestras naciones para que emergieran caudillos totalitarios vociferando la promesa de la construcción de una patria justa, apelando a los más elementales derechos de nuestros ciudadanos, los cuales – sin duda – fueron criminalmente descuidados por las clases dirigentes de ambos países, como ha venido sucediendo y sucede hoy en prácticamente todos los países de nuestra América, desde México hasta la Patagonia. Tuvo mucho, muchísimo que ver también la corrupción de nuestros gobernantes y gobernados y el creer que a 90 millas de los Estados Unidos, o en el quinto productor de petróleo del mundo no podría instalarse el comunismo internacional.

Al igual que en Venezuela, terminamos construyendo un poder judicial al servicio de unos pocos y no al servicio de la justicia. El cubano de ayer, como el venezolano de hoy, creyó en cantos de sirenas y se enamoró de un populista que llevaba marcado en la frente – con evidente claridad – el sello de la traición, la mentira y el engaño. Ambos pueblos se negaron a guiarse por la razón para darle riendas suelta a la pasión colectiva, cual quinceañeras seducidas por mozos corridos en cuestiones de amoríos.

Pero en el hecho de asegurar vehemente y alegremente que fue la cobardía del cubano la razón por la cual Castro ha podido subyugar a su pueblo durante cuatro décadas hay un universo de equivocación. Cuando el cubano de ayer, como posiblemente suceda con el venezolano de hoy, se vino a dar cuenta de la traición, era ya demasiado tarde. Castro había socavado los cimientos de todos los pilares sobre los cuales se sustentaba la patria al tiempo que metódicamente destruía también la pujante economía cubana, la tercera en América para entonces. Redujo a piltrafa – intencionalmente – la industria azucarera cubana, que equivalía a la industria petrolera venezolana. Mientras enamoraba a su pueblo, trabajaba ardua y maquiavélicamente en su agenda perversa y criminalmente oculta. Poco a poco fue neutralizando todos los poderes constituidos, así como purgando su equipo de quienes él pudiera esperar una reacción de enfrentamiento, tal como sucedió con el Comandante Huber Matos, quien muy pronto alzó su voz de protesta para terminar encerrado inhumanamente durante dos atroces y martirizantes décadas.

Jamás mostró reparo en ordenar la destrucción psíquica o física de sus adversarios, aún antes de que se pronunciaran abiertamente en su contra, tal como sucedió con el Comandante Camilo Cienfuegos, quien terminó sepultado en las profundidades del Mar Caribe, entre otras cosas, por mostrar desacuerdo con la detención del Comandante Matos.

Al pasar los años, únicamente se quedó con su hermano Raúl y uno que otro colaborador histórico. Fue defenestrando uno a uno a sus partidarios originales para rodearse de una nueva generación de autómatas mediocres, levanta-dedos y sumisos, dispuestos a dejar que el nuevo padre de la patria hablara y pensara por ellos.

Redactaba varias versiones de una misma ley, tal como sucedió con la Ley de Reforma Agraria, una – la cual publicó – redactada por eminentes juristas cubanos dirigidos por el Dr. Humberto Sorí Marín (quien más tarde moriría en su pelotón de fusilamiento) y la otra, que al final implantó, obra de Guevara y sus secuaces comunistas más recalcitrantes, como el Dr. Oswaldo Dorticós, quien más tarde – como mucho de sus seguidores – se volaría la tapa de los sesos de un disparo.

Mientras el cubano trataba de entender qué verdaderamente sucedía en su patria, Castro organizaba los CDR o “comités de defensa de la revolución”. Mientras dentro de la isla se había convertido en un sanguinario asesino que masacraba a su pueblo en los paredones de fusilamiento, fuera de ella era la vedette mundial que había derrotado al imperialismo yankee en sus propias narices. Muchos gobiernos amigos y hermanos de América, incluso, le tendieron una mano. Cuando vinimos a ver, nos encontramos en un estado solitario de total y absoluta indefensión. Llegó el momento en el cual no quedaba otra opción que huir de aquel infierno. Para cuando el cubano se vino a dar perfecta cuenta de las intenciones traidoras y tiránicas del Máximo Líder, ya el confeso dictador habían implantado en Cuba un estado de terror, totalitario, autocrático y declaradamente comunista.

Claro está que aún no es el tiempo para que nuestros hermanos venezolanos entiendan y comprendan qué significa vivir en un estado de terror. No han comenzado los fusilamientos en los paredones, ni los juicios sumarios. No ha habido un solo niño que haya delatado a su padre venezolano ante las huestes de represión del gobierno. Todavía en Venezuela podemos asistir a misa sin que se nos señale de contrarrevolucionarios; podemos ver su programa (“Aló Ciudadano”) y el cubano que se sienta ofendido por algún desafortunado comentario que a usted se le escape en el aire, puede cambiar – todavía – a Venevisión, Televén, Radio Caracas, Vale TV… Venezolana de Televisión, o simplemente desconectarse por un rato revisando las opciones que – todavía – encontramos en el cable y si eso no nos complace – todavía – tenemos cualquier cantidad de estaciones de radio en las bandas de AM y FM, si es que no queremos sentarnos a leer un buen libro que trate de cualquier cosa, comprado – “por la libre” – en cualquier librería de la esquina.

Los negocios que se cierran en Venezuela lo hacen por cuestiones económicas, no porque se apropien de ellos las turbas “bolivarianas”, así que – todavía – el venezolano no sabe lo que significa ser “siquitrillado”. No se le puede pedir al venezolano que entienda qué se siente al encontrarse preso en su propio país, porque – todavía – puede dejarlo libremente y regresar a él cuantas veces quiera, con tal de poderlo hacer económicamente, claro. Se puede participar un viernes en una marcha de la oposición, tomar un avión para Aruba el sábado en la mañana y regresar el domingo en la noche para seguir marchando toda la semana si uno así lo desea.

El venezolano no entiende qué son los “actos de repudio”, por lo que de nada vale hacerles entender lo que se siente cuando cientos de vecinos (o individuos transportados de otras urbanizaciones o barrios) se paran frente a su casa a gritarle: “paredón, paredón, paredón…¡paredón!”. Es algo así como los cacerolazos que les hemos dado a los chavistas en los restaurantes del este de Caracas, pero mucho, muchísimo más peligrosos y atemorizantes, si tomamos en cuenta que esas turbas que Castro envía a las calles, tienen carácter de jurado y sentencian de acuerdo a las líneas previamente dictadas desde el escritorio del tirano.

Los abogados defensores de los venezolanos – todavía – defienden a sus clientes, por lo que no vale la pena hacerles entender que en Cuba los abogados que el Estado nos asigna para que nos defiendan en un juicio político (o de conciencia), se parecen más a un fiscal acusador que a un abogado defensor.

El venezolano, todavía, no sabe lo que es comprar por la libreta de racionamiento. Cada vez que hay un peligro de golpe se atiborra de chucherías – y mil otras cosas que jamás compraría en una situación normal – para pasar la fiesta, por lo que no podría entender lo que significa levantarse en la mañana para hacer una cola de cuatro horas bajo el sol caribeño (similar al sol de su patria chica, Maracaibo) para comprar un rollo de papel higiénico… o conseguir grasa de res en el mercado negro a fin de mezclarlo con hidróxido de sodio para hacer un jabón que quema la piel. No sabe lo que es echarse limón y bicarbonato en las axilas en vez de desodorante, y en el país del azúcar, sentirse con suerte si puede llevar a la casa media libra mensual por familia.

El venezolano cuando cuela un café, bota la borra… por lo que de nada sirve contarle que en Cuba, la borra del café ya mezclado con chícharo tostado, se usa una y otra vez hasta que lo que salga de allí sea un líquido amarillo claro y sin sabor alguno.

Todavía el gobierno de esta noble patria, Venezuela, no ha mandado a un solo muchacho venezolano a morir en Angola, Mozambique, Etiopía, Yemen, Zimbabwe, el Congo Belga, Afganistán, Vietnam, Camboya, Bolivia, Colombia, El Salvador... Nicaragua o Grenada, en lo que en Cuba se llaman “misiones internacionalistas”. Tampoco sabe lo que es dedicarle los fines de semanas a cortar caña sin derecho a ser remunerado, en obediencia al artículo 45 de la constitución cubana el cual reza: “Se reconoce el trabajo voluntario, NO REMUNERADO, realizado en beneficio de toda la sociedad, en las actividades industriales, agrícolas, técnicas, artísticas y de servicio, como formador de la conciencia comunista de nuestro pueblo...”

Un venezolano no se puede imaginar ni por un momento que en su propia patria se le vaya a prohibir la entrada a un hotel por el simple hecho de ser venezolano, como es el caso de Cuba, donde los esbirros de Castro no permiten que los cubanos entren en aquellos hoteles que están destinados únicamente para los turistas extranjeros.

El pueblo de Venezuela tiene – todavía – esperanzas en organismos internacionales como la O.E.A., por lo que de nada vale explicarle que Cuba fue expulsada de ese club hace 35 años y eso a Castro ni le quitó el sueño de una siesta.

Todavía los venezolanos creen que los americanos van a sacarles las castañas del fuego, cuando la cosa se ponga fea…; ellos no vivieron la traición de Playa Girón, donde nuestros muchachos de la Brigada 2506 que lograron llegar a tierra – unos 1350 brigadistas – fueron total y absolutamente abandonados en las playas con lo que llevaban consigo, tras haber sido entrenados, apertrechados y transportados por el gobierno norteamericano a la Cuba que ellos iban a liberar de las garras totalitarias del comunismo internacional.

El venezolano no sabe que el combate en Girón no cesó durante un solo minuto de las sesenta y ocho horas que duró y que ante el abandono de los socios del norte, prefirieron seguir luchando hasta la última bala antes que rendirse. Tal vez jamás se enteraron que los barcos de la marina americana se veían a simple vista alineados en posición de combate frente a las costas cubanas cuando en realidad no se encontraban en posición de combate, sino de observación. No les han dicho a los venezolanos – ni a usted, Lic. Castillo – que había incluso un porta-aviones, “El Essex”, que a las pocas horas de la batalla, comenzó a alejarse junto a los demás buques de guerra que se suponían brindarían el soporte mar-tierra y aire-tierra que requiere toda invasión tradicional (tal y como se había acordado), abandonando a nuestros muchachos que nos venían a liberar a la suerte, viéndose obligados a depender exclusivamente de los pertrechos, el agua y la comida que llevaban con ellos.

Ningún venezolano jamás vio erguirse en las playas de Girón y en medio de la metralla al líder cubano de aquella gesta heroica, Manuel Artime, ni lo oyó sentenciar al tiempo que miraba hacia los barcos amigos girar a casa: “En las estelas de esos barcos van doscientos años de infamia...”

Todavía es muy temprano para hablarle al venezolano de lo que significa vivir en un país sin ley donde la constitución se invoca pero se viola al son de la conveniencia del tirano… aunque ya están comenzando a entrar en materia en este campo.

El venezolano no sabe lo que es vivir en un país sin periódicos, sin radios y sin televisión que no sean los que controla el Estado, como es el caso de Cuba. Para él es muy fácil saber el itinerario de una marcha, porque se anuncia en todos los medios de comunicación de la oposición. Cuando se queden sin medios, entonces podrán comenzar a entender un poco nuestro drama. El venezolano no sabe lo que es vivir sin un Leopoldo Castillo, sin un José Domingo Blanco, o una Martha Colomina, un Kiko Bautista… o un Nelson Bocaranda Sardi. Los cubanos tienen que depender de Radio Martí o La Voz de Las Américas y oír las noticias que hablan de libertad y esperanza en un radio transmisor con baterías recargadas con orine y mantenidas en los congeladores… y hacerlo bajito para que el vecino no los oiga y los delate ante el director del CDR más cercano.

Las mujeres venezolanas no tienen por qué temer cuando les llevan gallinas y maíz para llamarles cobardes a los infelices soldados sacados de los estratos más humildes de la población, porque éstos no fueron entrenados para calar sus bayonetas y atravesarlas con ellas. De nada vale asegurarles que una maroma similar en Cuba es simplemente impensable y que con tan solo planearlo y ser descubiertas, comenzarían a purgar treinta años en un fortín heredado de la colonia española.

Los venezolanos están acostumbrados a vivir en un país en donde las noticias de las masacres producidas en una marcha o en una plaza les dan la vuelta al mundo y de ellas se hablan una y mil veces, sin embargo, no podrían imaginarse vivir en un país donde los esbirros del gobierno arremeten en altamar contra un remolcador – como el “13 de Marzo” – repletos de hombres, mujeres, ancianos y niños… que pretendían llegar a tierras de libertad, tal y como sucedió el fatídico 13 de junio de 1994, sin que la prensa mundial ni los famosos organismos que velan por los derechos humanos movieran un dedo para elevar su grito de protesta.

El venezolano entiende al Centro Carter como un organismo que llega a Venezuela a supervisar sus elecciones libres y soberanas, mientras que el cubano ve a sus miembros hacer turismo en la isla y pasear en autobuses de lujo frente a sus cárceles repletas de presos de conciencia.
Al venezolano no se le puede meter miedo con el paredón, porque – como ya he dicho – ellos no saben de eso. Posiblemente jamás hayan oído hablar de cómo en la Cuba de Castro se les llegó a extraer a los condenados a muerte hasta la última sangre del cuerpo antes de ser fusilados, cuando se encontraban amarrados al poste del cadalso, para ser almacenada y empleada en los soldados mercenarios que Castro enviaba a guerras y escaramuzas internacionales que nada tenían que ver con los intereses del pueblo cubano. Nunca un venezolano tuvo que oír a sus muchachos gritar “¡Viva Cristo Rey!” antes de recibir la descarga del pelotón de fusilamiento.

Ellos no entienden cómo muchos presos cubanos pueden quedar inválidos en las cárceles cubanas, porque en las cárceles infrahumanas venezolanas, los familiares de los presos tienen la libertad de llevarles buena comida y medicina, además de visitarlos dos veces – o más – por semana. No se imaginan que en Cuba un preso puede pasar años sin ver a su familia y que muchos de nuestros presos políticos, los llamados “plantados”, llevan décadas en calzoncillos por negarse a usar el uniforme de preso común, sufriendo la inclemencia del duro invierno cubano, soportando los bayonetazos que les propinan los guardias, como respuestas a la exigencia a un trato más digno.

Para el venezolano es difícil aceptar que el General Acosta Carles maltrate a sus mujeres con quirúrgicas llaves de judo, porque seguramente no ha visto cómo la poetisa disidente cubana, María Elena Cruz Varela, fue arrastrada por los pelos por una turba castrista enviada por Fidel y sacada de su casa – escalera abajo –, ultrajada hasta lo indecible y luego de romperle la boca a punta de patadas y palos, le hicieron comer sus poesías delante de su hijita más pequeña y las cámaras de televisión sin que pasara nada ni la OEA le extendiera una medida cautelar para que fuese respetada por el régimen de su país. Al cubano – en su sano juicio – jamás se le ocurriría eso de irse a Washington para que la OEA le otorgue una medida cautelar. Para empezar, no puede salir de Cuba para llegar a Washington y de llegar allá, probablemente se quedaría de una buena vez.

Si un venezolano pudiese leer el manifiesto que Marta Beatriz Roque y sus tres compañeros redactaron e hicieron publicar fuera de Cuba – “La Patria es de Todos” – le costaría mucho pensar que por tan ingenuo documento en donde se delata – entre otras cosas – la corrupción que abunda en la revolución, estos cubanos hayan tenido que sufrir años de prisión y torturas, salvándose del paredón gracias a las protestas de personajes internacionales como Nelson Mandela, el líder del Partido de los Trabajadores del Brasil: Marcos Rolím… y hasta Hebe de Bonafini, presidenta de las “Madres de la Plaza de Mayo” en Argentina.

Tal vez suene duro, pero los venezolanos – todavía – no sabrían evaluar la valentía del pueblo cubano porque, entre otras cosas, no conocen a sus mártires contemporáneos. Pudiera llegar el momento – Dios no lo permita – en que muchos, los que puedan, tengan que tocar las puertas de otros países hermanos y bondadosos, tal y como millones de cubanos nos vimos obligados a hacer para huir de una pesadilla que tras cuatro décadas aún no ha tenido fin, para criar a nuestros hijos en tierras libres, donde poder orar en nuestras iglesias sin temor a ser repudiados o encarcelados. Sería muy triste que si eso llegase a suceder, al pasar cuatro décadas, salga un periodista por ahí, en donde quiera que un venezolano se encuentre, y diga que en Venezuela los venezolanos, en vez de conquistar la libertad con el filo del machete, marchaban con cacerolas, pitos y pancartas… al son de la zamba y jugando futbolito, razón por la cual era lo más lógico que Chávez se apoderara de la tierra de Bolívar.

Quizás muchos venezolanos no sepan o se hayan olvidado ya, que muchos de nosotros organizamos y dirigimos parte de la lucha contra las guerrillas comunistas que intentaron adueñarse de Venezuela en los años sesenta.

Nuestro pueblo cubano es heroico y lo ha sido siempre… aún hoy lo es. María Grajales, madre de nuestro padre, el General Antonio Maceo y Grajales – “El Titán de Bronce”, quien dio su vida por la libertad de Cuba, y en el campo de batalla – tras perder a todos sus hijos en las guerras por la independencia, le dijo al único que le quedaba: “… y tú, empínate y apúrate en crecer para que des también la vida por Cuba”.

Amigo Leopoldo, le ruego reflexión antes de rebotar comentarios que pudieran herir el alma de un pueblo que por demás lo admira, le debe mucho y lo cuenta entre sus filas para morir juntos en la misma trinchera, de llegar el momento. No irrespete, por favor, la imagen de nuestros héroes, aquellos que lo han dado todo por la Cuba de hoy y de siempre. No irrespete el honor de tantas mujeres cubanas que han dado muestras de verdadero heroísmo ante la ignominia castrista.

Mientras los padres y madres venezolanas arrullaban a sus hijos con hermosas canciones de cuna, mi esposa y yo lo hacíamos con poesías sacadas de los campos de batallas de nuestra Cuba contemporánea como esta que a continuación le regalo de nuestro fallecido líder Manuel Artime, la cual trata de un niño cubano que dio su vida en la Batalla de Playa Larga (Bahía de Cochinos) – hace unos días – el 17 de abril de 1961:

FELIPITO RONDÓN

“Batallón 2, señor, de Infantería”,
me dijiste orgulloso, Felipito Rondón,
cuando a qué batallón pertenecías,
te pregunté, después de una inspección.

Mirabas tu cañón sin retroceso
con tu rostro infantil tan arrobado,
que me luciste un chico muy travieso
que estuviese jugando a ser soldado.

Después vino lo heroico, en Playa Larga.
Tu batallón, derroche de bravura,
hizo que la sonrisa roja fuese amarga
cuando la Patria se creció en altura.

Después, vino aquel tanque, el tanque ruso
que perforó las líneas avanzadas.
Aquel Goliat de acero que se expuso
a retar el valor de la Brigada.

Y tú, David del mundo de Occidente,
te plantaste ante él, altivo, entero,
con tu cañón que era insuficiente
para parar aquel monstruo de acero.

Fue breve. No falló tu puntería.
La explosión te lanzó al suelo inconsciente.
Y aquella bestia herida, en agonía,
pasó sobre tu cuerpo adolescente.

Y te imagino altivo, sonriente
ante ese Dios que tanto tú querías,
seguro, Felipito, le dirías
cuadrándote ante Él militarmente:
“Batallón 2, Señor, de Infantería”.

Amigo Castillo, cuando usted vaya a hacer algún comentario sobre la valentía del pueblo cubano, le ruego – y me disculpa – que se tome el debido tiempo para recordar nuestra historia cargada de sufrimiento y coraje.

Con todo mi respeto para usted y su pueblo,

Robert Alonso

Erróneamente se piensa que al existir muchos medios privados de comunicación en Venezuela, es más fácil divulgar la manera correcta de sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida que en Cuba, donde solamente existen los medios del régimen. El problema en Venezuela radica en la DIVERSIDAD de opiniones. Cada quien tiene su propio discurso y los conchupantes distorsionan la estrategia de lucha bajo los postulados de la resistencia cívica no-violenta.

En Cuba existe la comunicación de boca-a-boca: “Radio Bemba”. Al no haber diversidad de propuestas por parte de la oposición, se hace más fácil promover una estrategia de lucha donde el factor principal sea la resistencia cívica no-violenta. El problema en Cuba no es “comunicacional”. El problema en la isla de Martí es la “despolitización” del cubano: “el hombre nuevo”. Hemos dicho, muchas veces, que los cubanos se levantan todos los días con la ÚNICA preocupación de buscar ese hueso con el cual hacerle el caldo a su familia por la noche. En Miami nos mienten miserablemente sobre lo que el cubano de la isla piensa, hace, escucha… y habla. Todas las emisoras de radio de Miami que hacen negocio con la tragedia cubana, aseguran que sus transmisiones llegan Cuba. ¡Nada que ver! Hubo una época en que le preguntábamos a cada cubano que nos encontrábamos llegando a Estados Unidos como nuevo emigrante qué pensaba de tal o mas-cual líder de la oposición o disidencia cubana. Les preguntábamos a esos recién-llegados qué pensaban de Oswaldo Payá, Oscar Elías Biscet, Marta Beatriz Roque, etc. La respuesta, en un 99% era igual: ¿quiénes son esos individuos?

El cubano recién-llegado no tiene idea de qué cosa es el “Punto Cero” (donde está ubicada la residencia oficial de Fidel Castro), ni quién es la tal Delia Soto del Valle… la esposa del sátrapa cubano. En la ciudad de Miami nos hacen creer que hay una “comunión de criterios” entre el llamado exilio y la sociedad civil demócrata cubana. ¡Nada que ver! Los cubanos del exilio transmiten y reciben en la frecuencia de FM. Los cubanos de Cuba se encuentran en la frecuencia AM. ¡No hay comunicación alguna!

Los medios de comunicación han puesto su cuota de culpa en el camino hacia la perdición de Venezuela, como ya hemos asomado. Lo mismo sucedió en Cuba, como se evidencia en el contenido de esa triste y famosa carta suicida que dejara Miguel Ángel Quevedo, editor de la famosa revista cubana, Bohemia, antes de volarse la tapa de los sesos en su exilio de Caracas. Una carta que si le cambiamos las fechas y los nombres, podríamos transportarla a la realidad venezolana del momento y, sobre todo, del futuro no muy lejano, cuando se termine de escribir la historia de cómo perdimos a Venezuela:

Sr. Ernesto Montaner
Caracas, 12 de agosto de 1969
Querido Ernesto:

Cuando recibas esta carta ya te habrás enterado por la radio de la noticia de mi muerte. Ya me habré suicidado — ¡al fin! — sin que nadie pudiera impedírmelo, como me lo impidieron tú y Agustín Alles el 21 de enero de 1965.
Sé que después de muerto llevarán sobre mi tumba montañas de inculpaciones. Que querrán presentarme como «el único culpable» de la desgracia de Cuba. Y no niego mis errores ni mi culpabilidad; lo que sí niego es que fuera «el único culpable». Culpables fuimos todos, en mayor o menor grado de responsabilidad.

Culpables fuimos todos. Los periodistas que llenaban mi mesa de artículos demoledores, arremetiendo contra todos los gobernantes. Buscadores de aplausos que, por satisfacer el morbo infecundo y brutal de la multitud, por sentirse halagados por la aprobación de la plebe, vestían el odioso uniforme que no se quitaban nunca. No importa quien fuera el presidente. Ni las cosas buenas que estuviese realizando a favor de Cuba. Había que atacarlos, y había que destruirlos. El mismo pueblo que los elegía, pedía a gritos sus cabezas en la plaza pública. El pueblo también fue culpable. El pueblo que quería a Guiteras. El pueblo que quería a Chibás. El pueblo que aplaudía a Pardo Llada. El pueblo que compraba Bohemia, porque Bohemia era vocero de ese pueblo. El pueblo que acompañó a Fidel desde Oriente hasta el campamento de Columbia.

Fidel no es más que el resultado del estallido de la demagogia y de la insensatez. Todos contribuimos a crearlo. Y todos, por resentidos, por demagogos, por estúpidos o por malvados, somos culpables de que llegara al poder. Los periodistas que conociendo la hoja de Fidel, su participación en el Bogotazo Comunista, el asesinato de Manolo Castro y su conducta gansteril en la Universidad de la Habana, pedíamos una amnistía para él y sus cómplices en el asalto al Cuartel Moncada, cuando se encontraba en prisión.

Fue culpable el Congreso que aprobó la Ley de Amnistía. Los comentaristas de radio y televisión que la colmaron de elogios. Y la chusma que la aplaudió delirantemente en las graderías del Congreso de la República. Bohemia no era más que un eco de la calle. Aquella calle contaminada por el odio que aplaudió a Bohemia cuando inventó «los veinte mil muertos». Invención diabólica del dipsómano Enriquito de la Osa, que sabía que Bohemia era un eco de la calle, pero que también la calle se hacía eco de lo que publicaba Bohemia.

Fueron culpables los millonarios que llenaron de dinero a Fidel para que derribara al régimen. Los miles de traidores que se vendieron al barbudo criminal. Y los que se ocuparon más del contrabando y del robo que de las acciones de la Sierra Maestra. Fueron culpables los curas de sotanas rojas que mandaban a los jóvenes para la Sierra a servir a Castro y sus guerrilleros. Y el clero, oficialmente, que respaldaba a la revolución comunista con aquellas pastorales encendidas, conminando al Gobierno a entregar el poder.

Fue culpable Estados Unidos de América, que incautó las armas destinadas a las fuerzas armadas de Cuba en su lucha contra los guerrilleros.

Y fue culpable el State Department, que respaldó la conjura internacional dirigida por los comunistas para adueñarse de Cuba.

Fueron culpables el Gobierno y su oposición, cuando el diálogo cívico, por no ceder y llegar a un acuerdo decoroso, pacífico y patriótico. Los infiltrados por Fidel en aquella gestión para sabotearla y hacerla fracasar como lo hicieron. Fueron culpables los políticos abstencionistas, que cerraron las puertas a todos los cambios electoralistas. Y los periódicos que como Bohemia, les hicieron el juego a los abstencionistas, negándose a publicar nada relacionado con aquellas elecciones.

Todos fuimos culpables. Todos. Por acción u omisión. Viejos y jóvenes. Ricos y pobres. Blancos y negros. Honrados y ladrones. Virtuosos y pecadores. Claro, que nos faltaba por aprender la lección increíble y amarga: que los más «virtuosos» y los más «honrados» eran los pobres.

Muero asqueado. Solo. Proscrito. Desterrado. Y traicionado y abandonado por amigos a quienes brindé generosamente mi apoyo moral y económico en días muy difíciles. Como Rómulo Betancourt, Figueres, Muñoz Marín. Los titanes de esa «Izquierda Democrática» que tan poco tiene de «democrática» y tanto de «izquierda». Todos deshumanizados y fríos me abandonaron en la caída. Cuando se convencieron de que yo era anticomunista, me demostraron que ellos eran antiquevedistas. Son los presuntos fundadores del Tercer Mundo. El mundo de Mao Tse Tung.
Ojalá mi muerte sea fecunda. Y obligue a la meditación. Para que los que puedan aprendan la lección. Y los periódicos y los periodistas no vuelvan a decir jamás lo que las turbas incultas y desenfrenadas quieran que ellos digan. Para que la prensa no sea más un eco de la calle, sino un faro de orientación para esa propia calle. Para que los millonarios no den más sus dineros a quienes después los despojan de todo. Para que los anunciantes no llenen de poderío con sus anuncios a publicaciones tendenciosas, sembradoras de odio y de infamia, capaces de destruir hasta la integridad física y moral de una nación, o de un destierro. Y para que el pueblo recapacite y repudie esos voceros de odio, cuyas frutas hemos visto que no podían ser más amargas.

Fuimos un pueblo cegado por el odio. Y todos éramos víctimas de esa ceguera. Nuestros pecados pesaron más que nuestras virtudes. Nos olvidamos de Núñez de Arce cuando dijo:

Cuando un pueblo olvida sus virtudes, lleva en sus propios vicios su tirano.

Adiós. Éste es mi último adiós. Y dile a todos mis compatriotas que yo perdono con los brazos en cruz sobre mi pecho, para que me perdonen todo el mal que he hecho.

Miguel Ángel Quevedo

En la última semana de mayo (de 2009), el afamado novelista, Mario Vargas Llosa, llegó a Venezuela para participar en el “Encuentro Internacional de Cedice (Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Liberad), sobre la libertad y democracia”. El país se sumó en un gran alboroto que traspasó las fronteras nacionales. Por unos días, el mundo entero – en especial el “mundo intelectual” – tenía sus ojos puestos en la Venezuela de Hugo Chávez.

Bajo el contexto generalizado de “dictadura”, un “encuentro” de esta índole jamás se pudiera llevar a cabo en un país bajo un régimen dictatorial, sobre todo, en un país signado por las crudas normas que impone un sistema castro-estalinista. Sin duda alguna que muchos, allá afuera, se habrán confundido tremendamente, ya que por un lado habían venido escuchando y leyendo que en nuestros país existe una dictadura (una tiranía) de corte castro-estalinista y por el otro, la prensa internacional (y nacional) estaba reseñado – libremente – cómo un grupo de connotados intelectuales internacionales (de la “derecha”), se reúne en nuestro país para hablar de democracia y libertad. Al final del día, los beneficios de ese “encuentro”, terminarán a favor del régimen, sobre todo cuando por boca del propio Vargas Llosa escuchamos (y leemos) que “todavía existen espacios de libertad en el país llanero para criticar las medidas del gobierno de Chávez”.

Es lógico concluir que si todavía hay espacios de libertad en Venezuela; que todavía no estamos ante un gobierno dictatorial, o tiránico… cuando llevamos ya más de una década bajo una dictadura o, mejor dicho: bajo una tiranía. Lo que sucede es que se trata de una “dictadura moderna”… una “dictadura constitucional”, en la que se permite toda la libertad del mundo, con tal que al ejercerla no se ponga en peligro a la “revolución”.

Por ejemplo, un “encuentro” en el cual se promuevan – A MÁS NO PODER – las “reacciones defensivas”, será siempre bienvenido por el “Socialismo del Siglo XXI”, sin embargo, un “encuentro” con el Dr. Gene Sharp – considerado por él mismo como un “intelectual liberal”, de izquierda – jamás sería permitido, si ese “encuentro” tratase sobre los postulados de la RESISTENCIA CÍVICA NO-VIOLENTA. Bueno sería cilantro: ¡pero no tanto!

Durante esos días, también, Chávez comenzó un nuevo guaraleo en torno al inminente cierre de Globovisión, una de las dos plantas de TV que, supuestamente, mantiene en alto la bandera de la oposición, junto a R.C.T.V., que todavía transmite su señal, aunque por la vía del cable: para la clase media venezolana, a la cual hay que seguir guaraleando, mareando y anestesiando.

El jueves 28 de mayo de 2009, el “ciudadano” Leopoldo Castillo, conductor del afamado espacio “Aló Ciudadano”, se lanzó un editorial cargado de advertencias en contra del “Sr. Presidente” Hugo Chávez. Ese aguerrido y encendido discurso me obligó a publicar en la red el siguiente artículo titulado “¿CERRARÁN GLOBOVISIÓN DESPUÉS DE LAS PALABRAS AGUERRIDAS DEL “CIUDADANO” CASTILLO?, que a continuación transcribo en este libro:

El ciudadano asegura que “a veces” es más sencillo montarse en una tabla para dejarse llevar por las olas… es decir, saber dónde está esa “raya amarilla” y no pasarse de ella para sobrevivir. Asegura que esa NO HA SIDO LA FORMA DE SER DE GLOBOVISIÓN.

Ya comenzó mal, el ciudadano. Si Globovisión hubiera hecho lo que tenía que hacer, de verdad-verdad, lo hubieran cerrado, DE VERDAD-VERDAD. ¿Nos hubiéramos quedado sin la voz de Globovisión? ¡Claro que sí! Globovisión hubiera pasado a la VERDADERA RESISTENCIA, desde donde sea, desde el EXILIO o desde donde sea. Peor ha sido para la LIBERTAD el haberse montado en la tabla y haberse dejado llevar por las olas. A fin de cuentas, TODO LO QUE HA DICHO GLOBVOSIÓN se ha ido a pique, porque su orientación no nos ha servido para nada. Esa orientación para lo ÚNICO QUE HA SERVIDO es para ponernos a votar y votar como unos enajenados mentales… y ahora, para colmo, nos ponen a Ismael García como la SEGUNDA IMAGEN de la planta.

Ese batallón de jóvenes periodistas, mencionado por Castillo, que cumple con su responsabilidad, no se leyó a Gene Sharp… o si se lo leyó, DECIDIÓ NO PARARLE MUCHA BOLA. Siempre nos ha mantenido, ese batallón de jóvenes, a la DEFENSIVA, como no me he cansado de DENUNCIAR, han pertenecido – SIEMPRE – al EQUIPO DEFENSIVO. Lo único que ha hecho ese batallón ha sido MAREARNOS ENTRE PROTESTAS Y PROTESTAS, siempre a la defensiva. No dudo que ese batallón haya actuado DE BUENA FE, ojo… pero NO HA CUMPLIDO CON EL OBJETIVO de llevar a ese pueblo demócrata a la RESISTENCIA: muchísimo menos, la “conducción” del Ciudadano Castillo, desde su espacio diario, “ALÓ CIUDADANO”.

Hasta ahora, los dueños de Globovisión, contrario a lo que asegura el Ciudadano Castillo, NO HAN ESTADO COMPROMETIDOS CON VENEZUELA, han estado comprometidos con GLOBOVISIÓN. Me siento con toda la moral del mundo para asegurarlo, porque yo experimenté las consecuencias – EN CARNE PROPIA Y EN LA CARNE DE MI FAMILIA INMEDIATA, MI MUJER Y MIS HIJOS – por estar COMPROMETIDO CON VENEZUELA. Ese compromiso que requiere el país hoy, exige el estar dispuesto a perderlo todo: Globovisión, la Finca Daktari y nuestras propias vidas.

Así como los dueños de Globovisión podrían perder a GLOBOVISIÓN, la Familia Alonso Etcheverry, la dueña de la Finca Daktari, perdió a la Finca Daktari. El pago, a veces, es fuerte. Decía José Martí que la Libertad es muy costosa y que debemos estar dispuestos a pagar su alto precio… o a acostumbrarnos a vivir sin ella.

Los dueños de Globovisión debieron haber “calculado” ese riesgo y, sobre todo: ESE PAGO. Digo… si es que terminan cerrando Globovisión en un futuro inmediato o mediato, porque de que lo van a cerrar, LO VAN A CERRAR, sobre todo si Globovisión y el resto de los medios siguen montados en esa tabla sobre la cual “surfean” las olas.

Fíjense ustedes. En el minuto 5:22 de la intervención del “ciudadano”, se puede leer en el cintillo de caracteres (una maquinita de hacer dinero, lo cual me parece perfecto) lo siguiente: “Mientras Globovisión siga diciéndole a la gente que ejerza el voto (que vayan a votar), el gobierno no le hará nada. Lamentablemente es así”. Lo firma un tal José Mora, quien se tuvo que bajar de la mula (pagar) para que su mensaje – el cual tal vez nadie leyó – pudiera salir por Globovisión. El amigo José Mora está más claro que el agua clara.

Pero me causa piquiña que mientras el ciudadano Castillo hable de manera tan sentida, ese cintillo no se pare, produciendo dinero y dinero sin cesar… lo cual es correcto. El costo de cada mensaje es, como lo ADVIERTE GLOBOVISIÓN, de Bs. F 1 más el básico y más el IVA. Es decir, gana Globovisión y gana el régimen. Ese cintillo es lo que defiende GLOBOVISIÓN, no otra cosa. NO DEFIENDE LOS INTERESES DE VENEZUELA, DEFIENDE LOS INTERESES DE GLOBOVISIÓN.

Cuando Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de Cuba, decidió en 1868 PONER LOS INTERESES DE SU PATRIA POR ENCIMA DE SUS INTERESES PERSONALES Y “MERCANTILES”, lo primero que hizo fue quemar su hacienda en Bayamo, La Demajagua, y liberar a sus esclavos para DECLARAR LA INDEPENDENCIA de Cuba de la corona española, dando así comienzo a la GUERRA DE LOS DIEZ AÑOS.

No se podía velar por los intereses de La Demajagua al mismo tiempo en que se luchaba por los intereses de Cuba, como es IMPOSIBLE velar por los intereses de Globovisión mientras se lucha por los intereses de Venezuela, porque uno, al final, termina – IRREMEDIABLEMENTE – montado en esa tabla de la cual habla el Ciudadano Castillo al comienzo de su disertación. En otras palabras, NO SE PUEDE LUCHAR POR LA LIBERTAD DE VENEZUELA DESDE UNA ESTACIÓN DE TELEVISIÓN CUANDO EL RÉGIMEN ESTÁ DIRIGIDO POR UN TIRANO CASTRO-ESTALINISTA: ¡ES IMPOSIBLE! Eso lo debieron haber calculado los dueños de Globovisión.

La acusación que el régimen le ha hecho a Zuloaga (uno de los dueños de Globovisión) de USURERO me confunde tremendamente. No hace falta acusarlo de nada. Simplemente se le abre una causa por INCITACIÓN A LA SUBLEVACIÓN O A LA DESESTABILIZACIÓN DE LA REVOLUCIÓN y perros a otra cosa. Después de todo, ¿qué le importa al régimen si todo el mundo sabe que es un régimen tiránico, despótico e ILEGAL? Si de verdad quieren cerrar Globovisión, que a estas alturas LO DUDO… a menos que el régimen esté en algo que no sepamos todavía, LO CIERRAN, DE VERDAD-VERDAD y ya. ¡Perros a otra cosa! Ya está probado que el escándalo producido por ese “cierre”, duraría lo que dura un merengue a las puertas de un colegio. A la vuelta de los días, con la ayuda de la CONCHUPANCIA y de otros ESCÁNDALOS, nadie se acordará de que Globovisión jamás existió.

El ciudadano Castillo nos ASEGURA que si algo conoce él, son las actuaciones de este “gobierno” (de este régimen, refiriéndose al régimen castro-estalinista de Castro en Venezuela). Pero jamás lo hemos visto poner rodilla en tierra por la PENETRACIÓN CUBANA CASTRO-ESTALINISTA, por ejemplo. Eso es MUCHÍSIMO, PERO MUCHÍSIMO MÁS PELIGROSO PARA LA VENEZUELA DE HOY Y PARA LA VENEZUELA DE AQUÍ A VARIAS DÉCADAS, QUE EL CIERRE DE GLOBOVISIÓN. Jamás lo hemos visto ALERTAR A LOS VENEZOLANOS en cuanto a ir a LEGITIMAR LAS TRAMPAS ELECTORALES DEL RÉGIMEN EN CADA FARSA COMICIAL. Si él conoce bien las actuaciones del régimen, perdón: ¡del gobierno!, entonces debió haber ALERTADO a los venezolanos en torno a esa trampa. Pero si lo hacía, los dueños de Globovisión le hubieran dado una patada por el trasero… MÁS RÁPIDO QUE INMEDIATAMENTE, como decimos por allá.

MUCHO, PERO MUCHÍSIMO PEOR QUE EL CIERRE DE GLOBOVISIÓN es la PENETRACIÓN IDEOLÓGICA CASTRO-ESTALINISTA EN LOS COLEGIOS DE LOS NIÑOS VENEZOLANOS PROVENIENTES DE LOS ESTRATOS SOCIALES MENOS FAVORECIDOS… Y EL PELIGRO, MÁS QUE INMINENTE, DEL CIERRE DE NUESTRAS ESCUELAS PRIVADAS. Aprovecho aquí para dar una muestra de lo que pudo haber hecho GLOBOVISIÓN… y el ciudadano Castillo para DEFENDER LOS INTERESES DE NUESTROS NIÑOS Y, POR ENDE: DE VENEZUELA:

http://www.mrr.name/VIDEO11.htm

Claro, ese mensaje lo pude haber enviado yo, porque lo envié desde el exterior. Pero, en todo caso, ES EL MENSAJE QUE DEFIENDE LOS INTERESES DE VENEZUELA… no los míos. Algo así sería IMPOSIBLE hacer desde suelo patrio, eso lo sé perfectamente. En consecuencia NO CABÍA OTRA QUE MONTARSE EN LA FAMOSA TABLA e ir promoviendo, desde las filas de la “oposición”, lo que los dueños de Globovisión sabían – PERFECTAMENTE BIEN – que podían promover para “pasar agachados”, entre otras cosas: llamar al pueblo OPOSITOR a las urnas, para cumplir con la agenda de tirios y troyanos, es decir, la agenda de la “oposición” y la del régimen.

El ciudadano Castillo nos recuerda que son 10 años de este “gobierno” y que, por lo tanto, ya uno (él) le conoce las costuras a ese “gobierno”. ¿Cuándo es que lo voy a buscar al aeropuerto de Miami, Ciudadano Castillo? Tal vez se pueda ubicar en México. Por allá está nuestro amigo Orlando Urdaneta, trabajando en un programa de TV infantil… luego, por cierto, de que en Globovisión le bajaran la santamaria por radical y patriota. Orlando Urdaneta pagó su precio y LO PERDIÓ TODO EN VENEZUELA, incluyendo a Venezuela, la tierra que lo vio nacer, crecer y hacerse de un nombre bien merecido.

Si usted, Ciudadano Castillo, de verdad le conoce LAS COSTURAS a este “gobierno”, sabrá que o sigue encaramado en esa famosa tablita suya, o tendrá que ver por qué aeropuerto sale: lo antes posible.

El “ciudadano” habla de “funcionarios serios” del “gobierno” de Chávez. ¿Dónde están, que no los veo? Según Castillo, esos “funcionarios serios”, saben que no hay argumentos jurídicos para quitarle la “señal abierta” a Globovisión. Ah, la vaina como que viene por ahí. “Cerrarán” Globovisión – por ahora – como “cerraron” a R.C.T.V., solamente la dejarán para que siga cumpliendo su función dentro de la CLASE MEDIA… la que hay que seguir guaraleando. Tal vez por ahí van los tiros, como dice el propio “Ciudadano”.

Fíjense que Castillo es tan respetuoso, que se refiere a Chávez como “El Ciudadano Presidente”. Es decir, LO SIGUE LEGITIMANDO. Para “El Ciudadano” Castillo, Chávez no trampeó el Referéndum Revocatorio. Por ahí vemos que van los tiros. “Cerrarán” Globovisión como “cerraron” a R.C.T.V.: por ahora, claro, porque el CIERRE DE VERDAD-VERDAD viene, de eso que no le quepa la menor duda ni al Ciudadano Castillo ni a nadie en Venezuela.

Asegura que el “gobierno”, de cerrar Globovisión, pagaría un ENORME COSTO POLÍTICO. ¿Cuál “costo”, mi querido Castillo? El “costo político” solamente es IMPORTANTE en un estado de derecho, donde hay elecciones, no donde hay “elecciones”, como en Venezuela. ¿Cuál costo político? ¡Hágame usted el favor!

Habla Castillo sobre la eventualidad de un “cierre de ventana”, en el cual ya no habrá espacio en donde los venezolanos puedan reclamar y expresar su descontento. Yo he tratado de EXPRESARME en Globovisión, a través de esa “ventana” abierta Y NO ME HAN DEJADO. ¿Cuáles venezolanos son los que pueden expresarse, libremente, a través de Globovisión? ¿Los conchupantes? ¿Los infelices que todavía creen en la vía electoral? ¿CUÁLES?

En el minuto 08:27 del “histórico editorial” del “ciudadano”, sale por ahí un cintillo desde Calabozo, estado Guárico, en donde se felicita a Ismael García por defender a Venezuela. Es por ESO, entre otras cosas, que el régimen nos haría un gran FAVOR si cierran, DE VERDAD-VERDAD a Globovisión. Que el televidente Orlando, así se llama el admirador de Ismael, vea el siguiente post:

http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=505577&postdays=0&postorder=asc&start=2309

Luego, “El Ciudadano” alega… o asegura, que Chávez está RABIOSO y quiere pagar su rabia con Globovisión. El sátrapa viaja cuando quiere, como quiere y para donde quiere. Cada día está más en control de TODO. “Gana” todos (casi todos) los comicios; el mundo y el pueblo lo “quieren”. Cada día está más gordo. Su familia vive como si fuesen de la realeza. Nadie se atreve en Venezuela a decir lo que NO PUEDEN DECIR. Es socio comercial de la Halliburton, una de las multinacionales más poderosas del mundo. ¿Por qué estará tan rabioso?, me pregunto.

“El Ciudadano” le recomienda a Chávez que NO VUELVA A HABLAR SOBRE EL TERREMOTO porque somos el “hazmerreír”… sin embargo, de quien se reirá Chávez es de él, del “Ciudadano”, que todavía está REACCIONANDO A LA DEFENSIVA con el cuento del terremoto.

Luego comienza a hablar sobre cómo Rafael Poleo “metió la pata” en su programa y de cómo él, “El Ciudadano” intentó atajarlo… para no caerse de esa tablita en donde él se montó hace ocho años. Vemos a un “verdugo” pidiendo clemencia, asegurándole al régimen que él no puede ser responsable por lo que invitados como Poleo, digan al aire en un programa en vivo.

Cada vez que “el ciudadano” hace mención de Chávez como de “PRESIDENTE”, lo está legitimando. Cada vez que “El Ciudadano” llama “Presidente” al USURPADOR DEL PODER EN VENEZUELA… lo está LEGITIMANDO y está LEGITIMANDO, además, el MEGA FRAUDE DEL REFERÉNDUM REVOCATORIO DEL 15 DE AGOSTO DE 2004.

Ah… pero según “El Ciudadano”, el “señor presidente”, DUEÑO Y SEÑOR DE VENEZUELA, no puede “cerrar” Globovisión, porque NO HAY FUNDAMENTOS JURÍDICOS. Entonces estamos en un estado de derecho, no en una dictadura. Todo se mueve de acuerdo a la ley. Si el régimen termina CERRANDO GLOBOVISIÓN, DE VERDAD-VERDAD O DE MENTIRITA (COMO CERRÓ A RCTV, DE MENTIRITA), entonces – según lo que ha dicho “El Ciudadano” – habrá fundamentos jurídicos, porque hay “funcionarios serios” en el régimen que saben de “eso”.

Según “El Ciudadano”, hay magistrados y fiscales en Venezuela que se respetan y que NO SE CALAN LAS IMPOSICIONES DEL SÁTRAPA. Entonces no hay problema en Venezuela. Estamos bien… solo que tenemos un “presidente” medio rabioso y medio loco, pero que les hace caso a sus “funcionarios serios”, que saben de leyes y se hacen respetar. ¿En cuál Venezuela vivirá “El Ciudadano”? De un solo guamazo, LEGITIMÓ LAS SENTENCIAS de los comisarios de la PM y del resto de los infelices policías que hoy se pudren en una cárcel sin ver la luz del sol… además de LEGITIMAR la privación de libertad de todos nuestros presos políticos.

Se arrechó “El Ciudadano”. Alega que a Chávez lo que le molesta es tenerse que “tragar el sapo” (¿?) de Mario Vargas Llosa y de los intelectuales. ¿Tragarse el sapo? ¿Cómo así? Con el show de los intelectuales en Venezuela, Chávez ha mantenido el guaraleo andando. Sabrá Dios cuántos gatos nos ha metido por liebre durante esos días de tanta intelectualidad.

Luego dice que Chávez tiene una BUENA IMAGEN INTERNACIONAL… aunque se está comenzando a derrumbar. Ahora, según “El Ciudadano”, Chávez es un tipo bien visto fuera de Venezuela. Se ve que el “Ciudadano” no lee la prensa extranjera ni habla con funcionarios de gobiernos extranjeros. Con ENEMIGOS como “El Ciudadano” Castillo, Chávez no necesitaría seguir gastando tanto dinero en relaciones públicas… sólo tiene que darle un poco de cuerda al “Ciudadano” para que siga en lo suyo… y llamándolo “Señor Presidente” o “presidente” cada dos o tres palabras.

¿Cuál mundo es el que NO ACEPTA A UN MILITAR QUE MANCILLE UNA CONSTITUCIÓN? ¡Por Dios, “ciudadano”, usted le está metiendo DURÍSIMO al loco! Por un lado alega que Chávez tiene una buena imagen en el exterior, aunque ya esa imagen se le está derrumbando… y por la otra nos dice que ese mundo, donde Chávez – TODAVÍA – tiene una buena imagen, NO ACEPTA A UN MILITAR QUE MANCILLE LA CONSTITUCIÓN. ¿Cuál constitución ha mancillado Chávez si cada vez que la mancilla los venezolanos van, votan y ACEPTAN LA DERROTA EN LAS URNAS, DONDE SE MANCILLÓ ESA CONSTITUCIÓN? ¡VAN, VOTAN Y LEGITIMAN ESAS VIOLACIONES CONSTITUCIONALES, GRACIAS A QUE CONCHUPANTES COMO USTED, a través de Globovision, INCITAN A LA PARTICIPACIÓN EN LAS URNAS!

Quiero verlo hablar así de duro a las puertas de la próxima farsa electoral. Seguramente que NO SE BAJARÁ DE SU TABLITA y – una vez más – cumplirá con su contrato de llevar al pueblo a las urnas, para que ese MILITAR GORILA siga mancillando, no solamente la constitución: ¡LA DIGNIDAD DE TODO UN PUEBLO!

No, con este DISCURSO AGUERRIDO – a lo Herman Escarrá – sus acciones como “opositor” habrán subido hasta la estratosfera… de eso no me cabe la menor duda. Un buen relacionista público para que llame al VOTO en la próxima farsa electoral. Ya lo veremos. Voy a guardar su video en mi disco duro, para sacarlo en un momento más oportuno, como hice con el video del discurso del Dr. Herman Escarrá:

http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=505577&postdays=0&postorder=asc&start=2401

Dice “El Ciudadano” que “El Señor Presidente” está frustrado porque no se hacen las cosas como él quiere. ¿CÓMO ASÍ, “CIUDADANO” SI EN VENEZUELA SOLAMENTE SE HACEN LAS COSAS COMO LAS QUIERE EL “SEÑOR PRESIDENTE”? Ahí está la segunda vuelta del Referéndum sobre la “enmienda” constitucional… y si nos “reconocieron” la victoria en la primera vuelta, FUE PORQUE “EL SEÑOR PRESIDENTE” QUISO… ¡No me joda, “ciudadano”!

Todas esas acusaciones que usted le hace al “Señor Presidente” están BIEN. NO se han construido viviendas, a pesar de la nacionalización de las empresas fabricantes de cemento… etc. Pero cuando venga la próxima farsa comicial, USTED SERÁ EL PRIMERITO EN LLAMAR AL PUEBLO A LAS URNAS. Ya lo veremos. Cuando se acaben las “elecciones” en Venezuela, ENTONCES CERRARÁN, DE VERDAD-VERDAD A GLOBOVISIÓN Y A RADIO CARACAS TELEVISIÓN y todos ustedes tendrán que buscarse un nuevo empleo, bien lejos del “Señor Presidente”. ¡Ya lo veremos!

Y mientras ese largo discurso del “ciudadano” continuaba… continuaban los cintillos a Bs. F 1, más el básico y más el IVA. ¡Dele, “Ciudadano”, que son pasteles!

Si a Chávez le molesta que los intelectuales CALIFICADOS vayan a Venezuela y hablen, por qué no me da una “palomita” (una oportunidad) para salir al aire en su programa desde Miami… verá usted CÓMO MOLESTO al “Señor Presidente”. Ahí sí que botará espuma por la boca. Dele, “ciudadano”, déjeme salir al aire un minutico solamente. Le aseguro que no mencionaré ni La Guarimba, ni al “Señor Presidente”, ni al otro “Señor Presidente”, Fidel Castro, ni a Cuba… ni a Venezuela. Solamente daré mi nombre – ROBERT ALONSO – y un mensaje de felicitaciones a Globovisión. Solamente eso, “Ciudadano”.

Ya se metió con la RESISTENCIA, asegurando que en Venezuela existe una RESISTENCIA DEMOCRÁTICA PACÍFICA… ¡Na’tan buena, “ciudadano”! ¿Cuáles son los líderes de esa RESISTENCIA DEMOCRÁTICA PACÍFICA que usted asegura existe en Venezuela? ¿Herman Escarrá? ¿Manuel Rosales? ¿Antonio Ledezma? ¿Usted se ha leído al Dr. Sharp, “ciudadano”? El Dr. Sharp habla de una VERDADERA RESISTENCIA, NO PACÍFICA, SI NO “no-violenta”, QUE NO ES LO MISMO, “CIUDADANO”. El padre de la RESISTENCIA NO-VIOLENTA, el Dr. Sharp, JAMÁS LLAMARÍA A BOTAR EL VOTO EN UNOS COMICIOS ORGANIZADOS POR UNA DICTADURA, “Ciudadano” Castillo. ¿De cuál RESISTENCIA habla usted?

No, “ciudadano”, Venezuela – ahora lo entendemos clarito – NO VA CAMINO A CUBA. Cuba, por el contrario, VA CAMINO HACIA VENEZUELA. Ya verá usted a “ciudadanos” en Cuba, como usted, llamando a las urnas desde la “oposición” y luego aceptar la “derrota” alegando cualquier vaina. ¡Ya lo verá! Si en Venezuela se montan en “tablitas” para ir con la ola… en Cuba tienen 50 años haciendo lo mismo. El que se caiga en Cuba de esa tablita, no hace el cuento, a menos que se monte en una balsa y logre llegar a tierras de libertad.

¿Ha escuchado usted los ESCÁNDALOS INTERNACIONALES provocados por el régimen de Castro en Cuba? ¿Ha escuchado usted sobre las DECENAS DE MILES DE FUSILADOS EN LOS PAREDONES DE CASTRO? ¿CONOCE USTED DE CÓMO CASTRO SE ROBÓ TODAS LAS PROPIEDADES EXTRANJERAS EN CUBA? ¿Y SOBRE LA MASACRE DE LA “RASTRA DE LA MUERTE”? ¿SOBRE LA “MASACRE DEL REMOLCADOR 13 DE MARZO? ¿De cuáles escándalos internacionales habla usted, “ciudadano”?

¿Qué me dice de “LA MASACRE DE MIRAFLORES”? Ah… ya esa “masacre” está resuelta, porque los “responsables” están tras las rejas y CONDENADOS a 30 años, por esos “JURISTAS SERIOS” que según usted forman parte del poder judicial del “gobierno” del “Señor Presidente”. “Ciudadano”, con un discurso como el suyo, JAMÁS VAN A CERRAR GLOBOVISIÓN, a menos que Globovisión cometa la LOCURA de botarlo a usted a la calle.
Fíjese, “CIUDADANO”. Con este discurso usted ha legitimado, entre otras cosas, lo siguiente:

1. TODOS LOS FRAUDES HABIDOS EN EL PASADO EN LAS URNAS ELECTORALES
2. LA PRESIDENCIA DEL “SEÑOR PRESIDENTE”
3. LA SENTENCIA DE LOS COMISARIOS Y DE LOS INFELICES POLICÍAS DE LA METRO
4. EL PODER JUDICIAL
5. LA FISCALÍA

Si es así como le va a llover al “Señor Presidente”, que no le escampe. Me pregunto cuántos potes de dulce de lechosa se habrá comido desde que usted salió al aire con ese discurso tan aguerrido y tan “OPOSITOR”. Es preciso recordar que Chávez ha comentado que suele comer dulce de lechosa (de fruta bomba o papaya) cada vez que se siente eufórico.

Caramba, “Ciudadano”, ¿dónde estaba usted cuando la Finca Daktari fue reducida a polvo y escombros y en sus inmediaciones fue masacrado UN MONTÓN DE SERES HUMANOS? En varias oportunidades intenté llamar a Globovisión desde mi segundo exilio, para denunciar aquella masacre acaecida en mi finca el 9 de mayo de 2004 (Día de Las Madres) y no me dejaron salir al aire. En una de esas veces que llamé desde Miami, en lo que me identifiqué como Robert Alonso en el programa matutino que tenían en Globovisión Roberto Giusti y mi compatriota Fausto Masó, me sacaron abruptamente del aire. ¿Dónde estaba usted por aquellos días, “ciudadano”?

“El Señor Presidente” cumplió su PROMESA de freír las cabezas de los adecos y de los copeyanos, pero NO FUE CON ACEITE QUE LES TERMINÓ “FRITANDO” SUS CABEZAS, FUE A TRAVÉS DE LA INVITACIÓN A QUE SE CONVIRTIERAN EN CONCHUPANTES. No solamente les “fritó” sus cabezas. Les terminó friendo el alma, la dignidad y todo lo demás.

¿Dónde estaban esos “funcionarios serios” y esos “magistrados dignos” cuando sentenciaron a los comisarios y a los indefensos policías de la PM? ¿Cuando sentenciaron al General Usón? ¿Cuando la turba saqueaba y destruía total y absolutamente la Finca Daktari? ¿Cuando MASACRAON A NUESTROS JÓVENES EL 11 DE ABRIL DE 2002? ¿DÓNDE ESTABAN, “CIUDADANO”?

Usted alega que NO HAY ELEMENTOS JURÍDICOS PARA CERRAR A GLOBOVISIÓN. ¿Había elementos jurídicos para repetir el pasado referéndum del 15F2009? Si lo escuchamos entre líneas: HABÍA ELEMENTOS JURÍDICOS, porque de lo contrario, esos “funcionarios serios” del poder judicial y esos “MAGISTRADOS DIGNOS” no hubieran permitido tal garabato constitucional… ¿no cree?

El Artículo 55, de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela dice así: “Toda persona tiene derecho a la protección por parte del Estado a través de los órganos de seguridad ciudadana regulados por ley, frente a situaciones que constituyan amenaza, vulnerabilidad o riesgo para la integridad física de las personas, sus propiedades, el disfrute de sus derechos y el cumplimiento de sus deberes”.

Usted debe haber escuchado, por ahí, que la FINCA DAKATRI, propiedad de la FAMILIA ALONSO-ETCHEVERRY (¡y de nadie más!), fue reducida a polvo y escombros. Los órganos de seguridad ciudadana regulados por ley, lejos de proteger nuestra propiedad, auparon al “soberano” para que la saquearan y, eventualmente (luego de varias semanas), la destruyeran en lo que se conocía entonces como “OPERACIÓN TIERRA ARRASADA”. ¿Dónde estaban esos “funcionarios serios” y esos “magistrados dignos” durante aquellos días: ¿de vacaciones?

Claro, usted me dirá que aquella VIOLACIÓN CONSTITUCIONAL era asunto de la familia Alonso-Etcheverry, no de los dueños de Globovisión. Ya ustedes verán cómo se “van de vacaciones” esos “funcionarios serios” y esos “magistrados dignos” que usted ha mencionado en su discurso, el día en que a su “Señor Presidente” se le ocurra cerrar Globovisión, “DE VERDAD-VERDAD”, limpiándose con la constitución “bolivariana” y con todo lo demás: incluyendo con los “criterios jurídicos” de esos “funcionarios serios” y de esos “magistrados dignos” que usted ASEGURA existen en la Venezuela de hoy. Amigo Castillo: no verá a ninguno de ellos bajarse de sus respectivas “tablitas”.

Por cierto, una pregunta: ¿usted, a través de su programa “Aló Ciudadano”, llamó al pueblo demócrata de Venezuela a participar en esa farsa comicial ANTICONSTITUCIONAL del 15F2009? Tal vez sí… como los “funcionarios serios” y los “magistrados dignos” del poder judicial no pusieron peros, usted consideró pertinente PARTICIPAR y llamar a la PARTICIPACIÓN de ese pueblo que usted tiene anestesiado, mareado y GUARALEADO.

Cierra “El Ciudadano”, poniéndole Globovisión a la orden al “Señor Presidente”. ¡Globovisión lleva 10 años… o más, AL SERVICIO DEL “SEÑOR PRESIDENTE”! ¿Qué más le va a ofrecer, “ciudadano”? ¿Darle un hijo al “Señor Presidente”?

¡LLÉVATELO!